La economía circular es un enfoque de gestión de recursos y producción que busca romper con el modelo lineal tradicional de “extraer, producir, usar y desechar”. En lugar de eso, se centra en mantener los productos, materiales y recursos en uso durante el mayor tiempo posible, maximizando su valor y minimizando la generación de residuos. Uno de los recursos al cual se le intenta sacar más provecho para así recuperar su energía son las aguas residuales.
Las aguas residuales, provenientes de diversas actividades humanas, son un problema ambiental que requiere una gestión adecuada. Estas aguas contienen una combinación de contaminantes físicos, químicos y biológicos, que pueden tener efectos negativos en el medio ambiente.. Además, las domésticas son generadas por los hogares y su composición suele incluir restos de alimentos, productos de limpieza, aceites y grasas, entre otros contaminantes. Por otro lado, las municipales provienen de comunidades y pueden contener una mayor carga de contaminantes, como productos químicos, industriales y otros desechos provenientes de actividades comerciales.
Es por ello por lo que el tratamiento de las aguas residuales es fundamental para poder aprovechar su energía, y no dejarlas como simples deshechos. Dado que la economía circular se basa en el principio de cerrar el ciclo de vida de los recursos, minimizando la generación de residuos y fomentando la reutilización y reciclaje, aplicado al ámbito del agua, implica tratar y reutilizar las aguas residuales como un recurso valioso en lugar de considerarlas simplemente como no aprovechables. Para lograr esto, los sistemas de tratamiento de aguas residuales incluyen procesos físicos, químicos y biológicos que permiten eliminar los contaminantes presentes en el agua.
Para poder obtener unas aguas residuales libres de contaminantes, estas pasan por diferentes pasos de tratamiento. Las diferentes etapas que incluyen el pretratamiento, donde se eliminan los sólidos más grandes y se separan los residuos sólidos y flotantes, y el tratamiento primario, donde se utiliza la sedimentación o la flotación para eliminar los sólidos suspendidos más finos. Posteriormente, se lleva a cabo el tratamiento secundario, que emplea procesos biológicos para descomponer la materia orgánica y los contaminantes biodegradables presentes en el agua residual. En la etapa de tratamiento terciario, se utilizan procesos adicionales para eliminar contaminantes específicos que no se eliminaron en las etapas anteriores, como filtración, desinfección y eliminación de nutrientes.
Una vez que las aguas residuales han sido tratadas adecuadamente, estas pueden ser tratadas, pueden ser reutilizadas en diferentes áreas. Se pueden utilizar en riego agrícola, nutriendo el suelo con los desechos de las aguas residuales. En el ámbito industrial, las aguas residuales pueden emplearse en la refrigeración de depósitos y tanques, así como en la alimentación de calderas. También se pueden utilizar para el riego de zonas verdes, la recarga de acuíferos y en diversos usos como la lucha contra incendios, lavado de coches, recargas de aire acondicionado, limpieza de calles, entre otros. Existen numerosas aplicaciones posibles para el agua residual tratada, convirtiendo un residuo en un recurso valioso.
Además, el tratamiento adecuado de las aguas residuales y la utilización de su energía no solo contribuyen a la conservación del medio ambiente. También generan beneficios económicos. La producción de energía renovable del biogás y la reducción de costos de disposición de residuos son ejemplos de los beneficios que se pueden obtener.
También, este enfoque promueve la sostenibilidad y la eficiencia en la gestión del agua. Con ello se contribuye a la preservación de los recursos naturales y se impulsa la transición hacia un modelo económico circular.
De este modo, el principal objetivo es para avanzar hacia una economía circular que incluya el tratamiento de aguas residuales. Es esencial trabajar en el desarrollo normativo de su tratamiento para establecer requisitos mínimos para la reutilización del agua residual. Consecuentemente, se destaca la importancia de la concienciación social y la participación ciudadana en este tema. Es necesario que los ciudadanos comprendan la importancia del tratamiento de aguas residuales y la reutilización del agua, y apoyen las iniciativas y medidas que se implementen en este sentido.
La colaboración entre diferentes sectores también es fundamental para promover la economía circular en relación con el tratamiento de aguas residuales. La cooperación entre entidades gubernamentales, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales entre otras puede impulsar el desarrollo de tecnologías innovadoras y soluciones sostenibles.
Es importante mencionar que el tratamiento de aguas residuales no solo se limita a la escala urbana, sino que también es relevante a nivel rural. En áreas rurales, donde no hay sistemas de alcantarillado centralizado, se pueden implementar sistemas descentralizados de tratamiento de aguas residuales. Esto permitirá tratar las aguas residuales a nivel local y reutilizarlas en actividades agrícolas o para el riego de cultivos.
Además, es fundamental promover la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia de los procesos de tratamiento y maximizar el aprovechamiento de los recursos presentes en las aguas residuales. La innovación en este campo puede conducir a la creación de sistemas más eficientes, rentables y sostenibles.
En conclusión, la economía circular aplicada al tratamiento de aguas residuales ofrece una oportunidad para transformar los desechos en recursos valiosos.
Por tanto mediante:
- La implementación de sistemas de tratamiento adecuados.
- La reutilización de las aguas residuales.
- Y el fomento de la conciencia social.
Podemos avanzar hacia una gestión más sostenible del agua y contribuir a la conservación del medio ambiente y a un modelo económico circular.